La amistad de Cuky y Papá Noel no siempre fue ideal.
Hubo un tiempo en el que el gordito de la barba frondosa y el chef eran archi-enemigos.
Como el Joker y Batman.
Como Lord Voldemort y Harry Potter.
Spider-man y el duende verde.
El actor secundario Bob y Bart Simpson.
Dicaprio y el Titanic.
...
Fue en una de las varias expediciones que el chef realizó al Polo Norte donde conoció al querido bonachón de gabardina roja.
Era tarde y el chef se había distanciado del grupo, perdiéndose entre una fuerte ventisca. Cuando ya pensaba que iba a quedar enterrado por toneladas de nieve y que el rabete se le iba a quedar tieso por congelación, divisó una figura a lo lejos, como fuera de la tormenta. Una figura corpulenta pero de aspecto amable que venía a salvarlo.
El chef creyó reconocerlo en seguida, confundiéndolo con el barbudo que le había robado las acciones en Wall Street años antes, cuando Cuky probaba fortuna en la Gran Manzana. (Cierto es que, poco después, lo perdió todo invirtiendo en unas galletitas saladas de marca sueca).
En cuanto salieron de la ventisca, el chef se puso todo digno, rehusó la ayuda, (que ya le había prestado), y se fue en dirección contraria sin dar más explicaciones. ¿Qué se creía el gordete aquel?. Después de robarle todas sus acciones, ahora se hacía el héroe...¡Qué valor!.
El chef le guardó rencor por varios meses, hasta que se adentró de nuevo en otra expedición al Polo Norte...Donde volvió a perderse de nuevo. En otra ventisca, para variar.
De esa ocasión sólo recuerda tropezarse y ver que todo se desvanecía entre un viento violento cargado de copos finos de nieve que se clavaban como agujas y un frío denso que helaba los huesos.
Cuando despertó, se encontraba en una habitación calentita donde lucía un fuego crepitante que la iluminaba por completo. Se sintió mareado pero pudo adivinar, entre el puñado de rostros que se encontraban colgados de marcos en la pared, el rostro de aquel barbudo que había visto antes. Era ladrón de Wall Street. Otra vez. Y otra vez le había salvado.
Pronto descubrió que aquel gordachón no era quien pensaba si no un amable viejete entrado en kilos y con alergia a las maquinillas que había dedicado toda su vida a repartir felicidad y regalos por todo el mundo.
El chef, decidió tomarse un año sabático, (como continúan siempre todas sus historias), para dedicarse de lleno a ayudar a aquel hombre que le había salvado ya en dos ocasiones y que había subestimado. Era su manera de agradecérselo.
Fue entonces cuando forjaron una amistad que todavía dura hasta hoy. Todos los 24 de diciembre, el chef espera a Santa Claus con su chocolate calentito y un puñado de galletitas con chocolate.
Ahora, el pinche Poty ansía conocer al barbochín del que tanto habla el chef... Sin embargo, tendrá que esperar a la Nochebuena del 2018 porque en esta se quedó frito en el sofá esperándole con sus galletitas recién hechas.
Hubo un tiempo en el que el gordito de la barba frondosa y el chef eran archi-enemigos.
Como el Joker y Batman.
Como Lord Voldemort y Harry Potter.
Spider-man y el duende verde.
El actor secundario Bob y Bart Simpson.
Dicaprio y el Titanic.
...
Fue en una de las varias expediciones que el chef realizó al Polo Norte donde conoció al querido bonachón de gabardina roja.
Era tarde y el chef se había distanciado del grupo, perdiéndose entre una fuerte ventisca. Cuando ya pensaba que iba a quedar enterrado por toneladas de nieve y que el rabete se le iba a quedar tieso por congelación, divisó una figura a lo lejos, como fuera de la tormenta. Una figura corpulenta pero de aspecto amable que venía a salvarlo.
El chef creyó reconocerlo en seguida, confundiéndolo con el barbudo que le había robado las acciones en Wall Street años antes, cuando Cuky probaba fortuna en la Gran Manzana. (Cierto es que, poco después, lo perdió todo invirtiendo en unas galletitas saladas de marca sueca).
En cuanto salieron de la ventisca, el chef se puso todo digno, rehusó la ayuda, (que ya le había prestado), y se fue en dirección contraria sin dar más explicaciones. ¿Qué se creía el gordete aquel?. Después de robarle todas sus acciones, ahora se hacía el héroe...¡Qué valor!.
El chef le guardó rencor por varios meses, hasta que se adentró de nuevo en otra expedición al Polo Norte...Donde volvió a perderse de nuevo. En otra ventisca, para variar.
De esa ocasión sólo recuerda tropezarse y ver que todo se desvanecía entre un viento violento cargado de copos finos de nieve que se clavaban como agujas y un frío denso que helaba los huesos.
Cuando despertó, se encontraba en una habitación calentita donde lucía un fuego crepitante que la iluminaba por completo. Se sintió mareado pero pudo adivinar, entre el puñado de rostros que se encontraban colgados de marcos en la pared, el rostro de aquel barbudo que había visto antes. Era ladrón de Wall Street. Otra vez. Y otra vez le había salvado.
Pronto descubrió que aquel gordachón no era quien pensaba si no un amable viejete entrado en kilos y con alergia a las maquinillas que había dedicado toda su vida a repartir felicidad y regalos por todo el mundo.
El chef, decidió tomarse un año sabático, (como continúan siempre todas sus historias), para dedicarse de lleno a ayudar a aquel hombre que le había salvado ya en dos ocasiones y que había subestimado. Era su manera de agradecérselo.
Fue entonces cuando forjaron una amistad que todavía dura hasta hoy. Todos los 24 de diciembre, el chef espera a Santa Claus con su chocolate calentito y un puñado de galletitas con chocolate.
Ahora, el pinche Poty ansía conocer al barbochín del que tanto habla el chef... Sin embargo, tendrá que esperar a la Nochebuena del 2018 porque en esta se quedó frito en el sofá esperándole con sus galletitas recién hechas.
(Para 2 jarritas):
~250 ml. de nata para montar
~200 ml. de leche entera
~125 grs. de chocolate con leche de cobertura
~50 grs. de chocolate negro
~1 pizca de canela
~1 pizca de sal
~4 cucharadas de Bailyes
(Para decorar):
~150 ml. de nata para montar (35,1% materia grasa)
~Azúcar blanco (al gusto)
~Galletas y cacao en polvo (opcional)
~Ponemos la nata y la leche a calentar en un cazo hasta que hierva, y apartamos y añadimos el chorrito de Bailyes, la canela y la sal.
~Cortamos el chocolate en trozos y lo añadimos a la mezcla anterior cuando todavía esté caliente, poco a poco y sin dejar de remover hasta que los trocitos se vayan deshaciendo. Cuando la mezcla esté homogénea, la echamos en las jarritas y preparamos la nata.
~Para montar la nata, es necesario que esté muy fría. La montaremos con unas varillas, cuando comience a coger cuerpo, iremos añadiendo el azúcar poco a poco sin dejar de batir.
Cuando haya espesado por completo, rellenamos una manga pastelera con una boquilla con el dibujo que más nos guste (nosotros escogimos la 2D), decoramos y espolvoreamos por encima cacao en polvo y ponemos unas galletitas =)
Como veis, es una receta rápida, sencilla pero, muy rica.
El chef la utiliza tanto para ocasiones especiales como para momentos más de andar por casa, en los que te pica el gusanillo del dulce, afuera hace frío, y sólo apetece hacer el vago y mutar y hacer la fotosíntesis en el sofá, (pero sin luz y sin energías).
¿Vosotros habéis sido buenos?, ¿os ha visitado el amigo del chef del Polo Norte?.
Esperamos que sí y, aunque no haya traído regalos materiales, os haya traído mucho cariño y muchos momentos especiales estos días de Navidad.
Pronto volveremos con otra receta navideña, (¡¡La primera del año!!).
Os deseamos que estos últimos días del 2017 los paséis igualmente felices en compañía de los vuestros.
(¡¡Feliz 2018!!)
¡¡Un abrazo de osete navideño!!
Honey Kiss.